Primero somos bebés. Somos presencia en estado puro. No juzgamos, no discernimos entre qué está bien y qué está mal, no tenemos siquiera una noción de quiénes somos y de nuestra individualidad. No somos ni felices ni infelices. Simplemente, SOMOS.

Pero a lo largo de la vida, dejamos de simplemente SER a medida que aprendemos que:

  • hay unas “normas” sociales que seguir;
  • que hay cosas que hacemos que nuestro entorno aplaude y otras, por las que nos regañan;
  • que para ser aceptad@s por nuestros padres, madres, cuidadores o entorno debemos potenciar ciertas actitudes y comportamientos, y dejar de lado otros;

Así, poco a poco, se va formando nuestro carácter y vamos heredando tanto lo bueno como lo malo del lugar que nos vio crecer, mientras les vamos dando significado a las palabras según las vivamos en casa. Por eso, tantas veces, hay malentendidos entre personas aunque se hable de lo mismo porque cada un@ tiene su propio diccionario con apuntes al margen.

Lo que para mí es “amor”, para ti puede no serlo

por lo que luego te exigiré que me “ames” cuando a lo mejor ya lo haces, pero en los propios términos que aprendiste de pequeñ@.

“Fracaso” es otra de esas palabras universales a las que cada un@ asocia un significado distinto. Para ese hombre de allí fracasar puede ser ganar menos de 100.000 euros al año, mientras que para mí significa no explotar mi creatividad. ¿Y por qué tanta diferencia entre la definición de ese señor y la mía? Por lo mismo. Porque en nuestro primer nido, en el que se desarrollaron en mayor o menor medida nuestras alas, ciertos actos  tenían mejor acogida que otros.

Todo entorno de crianza potencia ciertos atributos,  descuidando, a su vez, otros.

En mi casa, por ejemplo, a los nueve años me ganaba una sonrisa amplia y un gesto de orgullo paternal cuando escribía poesía. Tanto los gestos de mi entorno como las palabras me decían que una vida “exitosa” es aquella dedicada a la  creatividad. De lo contrario, HABÍAS FRACASAD@. Así, con letras mayúsculas, que es con la intensidad con la que absorbemos todo con nuestra mente-esponja cuando somos chiquitaj@s.

Cada hogar carga con su cruz:
  • La familia que cree que la inteligencia es lo primero desarrollará, consciente o inconscientemente, esa parte en sus hij@s, quizás relegando a último lugar el lado emocional.
  • La familia práctica que quiere un futuro estable para sus hij@s seguramente asfixie los delirios creativos de sus hij@s, quitándoles ideas artísticas de la cabeza para que se centre en un trabajo “serio”.

Y aquí entran dos términos que me ayudaron a entenderme mejor a mí misma y que determinan en qué medida seremos capaces de crecer más allá de las creencias y condicionamientos que vamos construyendo:

Fixed mindset y Growth mindset

En español, “Mentalidad fija” y “Mentalidad de crecimiento”.

Fue hace un año aproximadamente cuando escuchando el  audiolibro de Mel Robbins, “Take control of your life”, me topé con estos dos conceptos. Este libro, por cierto, tiene un título cliché, pero es realmente interesante: te permite presenciar las sesiones de coaching que la autora dirige a seis personas de forma individual con el fin de identificar sus miedos más enraizados y darles herramientas para liberarse de ellos.

La psicóloga de la Universidad de Stanford, Carol S. Dweck, que ha investigado sobre la motivación humana durante años describe la Mentalidad fija de la siguiente forma en su libro “Mindset”:

“La Mentalidad Fija es creer que tus cualidades son inamovibles, es decir, que no pueden ser cambiadas. Y eso te crea la presión interna de tener que demostrarte, una y otra vez, que tienes esas cualidades.”

CAROL S. DECK, “MINDSET: LA ACTITUD DEL ÉXITO”

Este tipo de mentalidad suele ser muy común en niñ@s virtuos@s o aquell@s cuyo entorno les remarcaba lo especiales o talentos@s que eran. Son niñ@s que, a medida que crecen, se ven con la presión de sostener ese título “no ganado” de su infancia, por lo que más veces de las que se espera fracasan estrepitosamente o, más bien, se sienten fracasad@s. ¿Por qué?

Porque el error les paraliza.

Sus padres o progenitores no les supieron enseñar que los títulos, las habilidades o el “éxito” -sea cual sea lo que el éxito suponga para ell@s- se ganan a través del esfuerzo, que el talento también se trabaja y que, para progresar, hay que primero pasar por la mediocridad. 

Si le dices a un niñ@ “qué inteligente eres”, cualquier nota más baja que saque o cualquier resultado que obtenga que no esté a la altura de su supuesta inteligencia será interpretado por el niñ@ negativamente. Concluirán “no soy inteligente” o “he fracasado”.

Otros rasgos de las personas con Mentalidad fija, según Carol, son:

  • Evitan los desafíos;
  • En cuanto se topan con  obstáculos, tiran la toalla;
  • Ignoran las críticas negativas por más constructivas que sean;
  • Se sienten amenazad@s por el éxito de otr@s.

La persona con Mentalidad de crecimiento, en cambio, valora el esfuerzo por encima del resultado porque sabe que cuanto más tiempo y trabajo dedique, mejor será su habilidad. No ve el error como algo humillante, sino como parte del camino hacia su objetivo que le ofrece la oportunidad de mejorar.

“La persona con Mentalidad de crecimiento, sin embargo, cree que las cualidades se pueden desarrollar a través del esfuerzo. Creen que, aunque tod@s partamos con ciertos talentos, intereses o aptitudes, podemos cambiar y desarrollar unos u otros a través de la práctica y de la experiencia.”

CAROL S. DECK, “MINDSET: LA ACTITUD DEL ÉXITO”

Las personas con este tipo de mentalidad tienen arraigado el deseo de aprender. Tienden a:

  • Afrontar los desafíos;
  • Persistir incluso cuando se presentan obstáculos;
  • Percibir el esfuerzo como el único camino hacia la maestría;
  • Aprender de las críticas;
  • Aprender e inspirarse de los éxitos de los demás.
¿Se puede cambiar de una Mentalidad Fija a una Mentalidad de crecimiento?

Sí.

En un instituto  de Chicago, cuenta Carol, los estudiantes que suspendían, en vez de una nota,  recibían un “Aún no”. Con este sencillo gesto, el profesorado transmitía a los estudiantes que, a pesar de no haber obtenido el resultado deseado, si lo seguían intentando lo conseguirían. El “Aún no” es una puerta abierta hacia un posible éxito, en vez de la confirmación de un fracaso como ocurre con las afirmaciones del tipo “has suspendido”.

Como dice Paul Arden en su libro “Usted puede ser lo bueno que quiera ser”:

“no es cuán buen@ eres, es cuán buen@ quieres ser”.

Hasta ahora, lamentablemente, el modelo educativo tradicional  se ha centrado en premiar el resultado, en vez de la perseverancia y el esfuerzo. A l@s niñ@s, al menos cuando yo aún era parte del sistema educativo, los catalogaban de buen@s o mal@s estudiantes. En esa estricta catalogación, l@s pobres no tenían otra opción que reafirmar su pertenencia a una de esas dos categorías. En vez de enseñarles que podían progresar  -enseñándoles que la única medida de su progreso son ell@s mism@s-, se les comparaba con l@s alumn@s más aventajad@s.

En resumidas cuentas, l@s profesor@s tenían una Mentalidad fija que proyectaban sobre el alumnado.

Pero hay que entender que no conseguir un resultado, no confirma nuestra incapacidad para alcanzarlo. Solo confirma que estamos “EN PROCESO DE” alcanzarlo. Reorientar nuestra atención hacia nuestro esfuerzo y perseverancia, por tanto, midiendo nuestro progreso en vez de obsesionarnos con el objetivo, es la clave para acceder a todo nuestro potencial.

Si te reconoces como persona con Mentalidad fija, empieza por ejercicios tan sencillos como cambiar el verbo “fallar” o “fracasar” por “aprender”: “estoy aprendiendo” en vez de “he fracasado”.  El lenguaje, como dice el libro de Los cuatro acuerdos” de Miguel Ruiz, puede cargar con “veneno emocional” si no le prestamos atención.

¿Es incómodo cambiar de una Mentalidad fija a una Mentalidad de crecimiento?

Sí. En la vida, yo creo que solo tienes dos opciones:

  1. Seguir en tu zona de confort, lo que conoces o;
  2. Adentrarte en lo incómodo.

Me pongo como ejemplo…

Yo y mi tendencia a la Mentalidad fija estuvimos estudiando locución el año pasado. A mí me encanta aprender cosas nuevas. Lo que no me gusta tanto es hacer las cosas mal y, menos aún, la crítica. Cada día del trimestre que duraba el curso batallaban  mi lado perfeccionista o Mentalidad fija -ese que dice “tengo que demostrar al mundo que valgo o seré una fracasada”- y mi lado auto-trabajado con enfoque Growth Mindset que insiste en recordarme que “para aprender a hacerlo bien, hay que primero hacerlo mal, y no pasa nada”.

Y sé que en cada nueva experiencia que tenga, ambas mentalidades se enfrentarán en duelo, pero lo acepto (o lo intento) porque sé que es la dirección hacia el crecimiento. Y soy consciente de que venirme abajo cada vez que mi Mentalidad fija  gana,  solo alimenta más aún esa mentalidad que siente total aversión al fallo.

No es un camino fácil. Pero, sinceramente, ¿qué lo es?

Llevo los últimos meses reflexionando mucho acerca del término “difícil”. Yo creo que las etiquetas “difícil” y “fácil” son etiquetas vacías de contenido que no aportan nada, más que excusas para no intentar algo. Caminar o conducir son tareas supuestamente la mar de complejas y, por tanto, difíciles, pero como las damos por hecho no las catalogamos como tal y aprendemos a hacerlas sin darles demasiado vuelta.

Entonces, ¿por qué nos resistimos tanto a hacer ciertas cosas, tachándolas de difíciles?

Yo creo que el Growth Mindset está por encima de lo fácil y de lo difícil. Incluso diría que para las personas con Mentalidad de crecimiento, esos palabras ni existen. El Growth Mindset nos enseña que TODO supone trabajo y esfuerzo, y que es tu predisposición a dedicarle ese trabajo y esfuerzo lo que dictará si eres capaz de progresar o no, sea cual sea su grado de dificultad.

Yo me he propuesto desarrollar mi Mentalidad de crecimiento

 Y en ese viaje personal, me he dado cuenta de que mi habitual tendencia a sentirme “inadecuada” tiene relación directa con la Mentalidad fija. Mentalidad que, por cierto, ni sabía que tenía antes de dar con el término un año atrás.

Las personas que nos sentimos inadecuadas, actuamos de una forma u otra para tapar esa supuesta “inadecuación”, como si hubiera algo malo. Per ocultarse, al final,  es una forma más de evitar los desafíos que te pueda lanzar la vida. Es la Mentalidad fija de:

“si paso desapercibid@, no tendré por qué enfrentarme a nada que me incomode”.

Pero en ese evitar, no hay espacio para el crecer.

💛

Y si te has reconocido en la Mentalidad fija, no te avergüences por ello. Tienes una gran oportunidad por delante  para crecer por encima de ella.

Como siempre, gracias por leerme  🤗.

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6 comments
  1. Muy buena publicación, hay mucha cosas que me han hecho reflexionar. En concreto, me he quedado dando vueltas al tema del “aún no”, cuanto bien se podría hacer con algo tan sencillo…

    Espero ansioso tu próxima publicación 🙂

    1. Gracias por tu comentario, Javi! Sí, a mí también me sorprendió la iniciativa de calificar con un “Aún no” las notas de l@s estudiantes y creo que es un enfoque realmente acertado. Un abrazo!

  2. Me ha encantado leerte y, conociéndote desde hace tanto tiempo, me da pena haberme perdido tu evolución, aunque siempre apuntabas maneras

    1. Hola Juan Carlos. Me ha emocionado mucho al leerte. Muchas gracias por tan bonito comentario. Yo te recuerdo con muchísimo cariño y también me hubiera encantado compartir más de tu camino, pero nunca es tarde, dicen 🙂 Cuando este confinamiento termine y pueda ir a Tenerife, te invitaré a un café para ponernos al día. ¿Qué opinas?

  3. Hola Andrea, tu publicación me hace pensar sobre varias cosas interesantes y que me tocan en lo más profundo. Yo actualmente conozco a una persona que esta atrapada en la mentalidad fija y esta persona es consciente de ello. Ella, desea cambiar y poder salir de su zona de confort, pero en vez de hacerlo pierde el tiempo constantemente en otras cosas. Yo he utilizado mucho de mi tiempo en intentar ayudarla, pero la verdad he llegado que a la conclusión de que solo estoy perdiendo el tiempo, que cada persona tiene sus tiempos y cuando llegue el momento ella cambiara.

    Pero como me encanta ayudar, no puedo dejar de querer ayudarla, asi que me puse a investigar sobre la logoterapia y creo que esta en ese estilo de terapia el santo grial para ayudar a personas sin motivación.

    Espero con animo este sábado que viene para ver sobre que se te ocurre escribir.

    1. Hola Diego! Resueno muchísimo con lo que dices. Yo, sinceramente, uno de los motivos que me movió por dentro a estudiar más sobre psicología y yo misma desarrollarme como persona fue el tener más herramientas para ayudar a los demás para que estén mejor y se encuentren a sí mism@s, a amig@s y cercan@s.

      Pero también he aprendido algo muy importante en este viaje hacia mí misma, que ha incluido casi dos años de terapia en los últimos años, y es que primero tiene que estar un@ bien y cuidarse, antes de ayudar a los demás. Tenemos que ser conscientes de nuestros propios límites y hasta donde podemos dar sin perjudicar nuestra propia salud mental. Ser empátic@ es una virtud, pero hay que saber manejarla ya que no debemos hacer nuestro el dolor de otra persona. Así no ayudamos al otr@, más bien es una forma de drenar nuestra propia vitalidad. Pero te entiendo.

      Y qué bonito es que estés buscando formas de ayudarla. Si ella es consciente de su mentalidad y quiere cambiarla, es un gran paso. Es lo primero que se necesita y lo más importante para activar el cambio.

      Te mando un abrazo de todo corazón. Hablamos pronto Diego!

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