Mi amiga María diría que todo pasa por una razón. Yo, que el azar tira los dados por ti muchas más veces de las que creemos y, algunas de ellas, juegan en nuestra contra.

Dicen que fluyas, pero lo que no te dicen es que remar a favor del mar no siempre te lleva a la costa o, al menos, no a ese lugar seguro que tendemos a buscar.

Eso no significa que no crea en fluir. Sí creo, y mucho, pero fluir no es lo mismo que el Carpe Diem. Fluir lleva implícito aceptar lo que venga y lo que viene no siempre es fácil. Fluir es lo contrario a resistirse. Como diría Buda:

“El dolor es inevitable. El sufrimiento es opcional”

BUDA

El sufrimiento parte de una resistencia.

Y no estoy diciendo que fluir sea dejar de luchar por lo que uno cree, sino que implica recibir con las manos abiertas lo que no podemos cambiar mientras actuamos en aquello sobre lo que sí tenemos control. Lo contrario es una batalla perdida que solo genera malestar. Y la vida, a veces, ya es de por sí incómoda, como un zapato que aprieta, como para añadir piedras al camino.

'La dureza exterior muchas veces oculta una gran sensación de fragilidad interior' Clic para tuitear

Para mí fluir es conectar con ese centro que, por momentos, parece estar detrás del ombligo, ese centro que se mantiene calmo a pesar de lo externo. Eckhart Tolle, en su afamado libro “El Poder del ahora”, lo llama el “cuerpo interno”.

Es en ese centro donde reside nuestra verdadera fortaleza.

Sin ese centro solo somos veletas movidas por las circunstancias. Pero no siempre tenemos las herramientas para escuchar lo que llevamos dentro. Yo, poco a poco, estoy aprendiendo. Quizá por necesidad. Quizá por tener un padre psicoterapeuta. Quizá por llevar los últimos años algo insatisfecha. Quizá por una mezcla de todo…

Durante muchos años he llevado puesta una coraza:

mostrarse vulnerable

cuando no se tiene las herramientas para afrontar lo que viene desde el exterior (sean críticas, circunstancias dolorosas o, incluso, las alegres noticias de un amigo que nos despierta frustraciones propias) no es fácil.

Un día vi con claridad (lo sentí) que perdía más de lo que ganaba con esa frialdad no-emocional auto-impuesta. Y entonces mi búsqueda cambió. Comencé a buscar conectar con mi lado más blando, que no más débil, para tener relaciones más auténticas. La dureza exterior muchas veces oculta una gran sensación de fragilidad interior. Pensar

“yo puedo con todo y más”

no es ser fuerte. Veo a personas que quiero arrastrando solos pesos de la vida, no dejándose ayudar, creyendo que así protegen a los que tienen cerca cuando realmente están protegiéndose de lo que les duele.

No llorar tampoco es de fuertes.
'Hay personas a las que les hablas de meditación y te miran como si estuvieras hablando de enanos voladores' Clic para tuitear

Cada vez más médicos, psicólogos y otros expertos del cuerpo y la mente afirman que las emociones negativas prolongadas en el tiempo llevan, en último instancia, a la enfermedad. Al fin y al cabo, somos cuerpo. Es el cuerpo el que genera las emociones y las emociones las que son devueltas al cuerpo en forma de señales físicas.

Un dato. ¿Sabías que el estrés genera cortisol y que una exposición larga al cortisol, además de alterar nuestros procesos cognitivos (memoria, atención, capacidad de decisión…) debilita a nuestro sistema inmunológico? La meditación, por ejemplo, está demostrando ser efectiva en la reducción del estrés, rebajando incluso el dolor físico en ciertas afecciones.

Meditar está de moda, sí,

aunque aún hay muchas personas a las que les hablas de meditación y te miran como si estuvieras hablando de enanos voladores.

La meditación es solo la práctica consciente de la respiración.

Así de simple. Es como entrenar un músculo. Cuánto más entrenamos la musculatura, más peso podemos cargar sin lesionarnos. Es lo mismo con la respiración. Cuánto más entrenamos la respiración, más controlada la mantenemos ante una situación de angustia, ansiedad o miedo. Si no respiras, te ahogas y mandas señales de pánico al cuerpo.

¿Y si aprendemos a mandarle señales al cuerpo de que todo está bien?

En el baile, en el canto o, incluso, en el deporte, aprender a controlar la respiración es tan importante como aprender la propia disciplina. La meditación va más allá, claro está, porque al final nos ayuda a observar nuestros pensamientos de una forma más consciente para evitar vernos arrastrados por ellos.

Supongo que lo que intento expresar es que no todo lo que nos encontramos en la vida son

islas y bebidas de coco en pajita.

Ni tener la mejor cuenta de Instagram nos salvará de pasar por ciertas vivencias. Por eso es tan importante parar un momento, cuidarse (el aclamado self-love que está tan en boga ahora) y aprender a conectar con esa bolita interior que, a veces, confundimos con el “Yo” y que es más fuerte que todas las capas protectoras que nos ponemos encima.

Yo llevo dos semanas soñando con el mar

cuando lo tengo solo a 15 kilómetros de distancia; tuve la suerte de crecer en Tenerife. Pero, a veces, las circunstancias te obligan a posponer esos momentos de sol para vivir

momentos de incertidumbre.

Yo estoy posponiéndolos por todo el amor que siento hacia una persona que ahora mismo me necesita. Echo de menos mi rutina anterior a estos meses. Y coger tantos aviones de Madrid a Tenerife y viceversa me cansa. Pero la ruleta del azar gira y depende de nuestra fortaleza interior cómo vivamos lo que nos traiga.

Fluir es una elección.

Es remar hacia un lugar mejor conscientes de lo que se puede cambiar y de lo que no, de aquello sobre lo que tenemos control y sobre lo que no. Y aceptar lo que es inamovible.

Gracias a todos por leerme una vez más. Un abrazo de  🐻 para quien lo necesite y para los que quieran. Y recuerda que cierta dosis de realidad, no significa perder la magia 🧚. Se puede perder temporalmente, pero si caminamos poquito a poco y nos centramos en las pequeñas cosas, siempre vuelve.

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Y tú, ¿a qué te estás resistiendo?

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